El presente trabajo fue escrito por la Q.·. H.·.
Serenísima Gr.·. M.·. cuyo nombre lleva nuestra Logia.
En estos días que se habla de trabajo aquí va el concepto
de Trabajo Masónico.
DESARROLLO DEL TRABAJO MASONICO
Fortalezas y debilidades, inserción en la sociedad
Ser.·. Gr.·. M.·. Norma
E. Mazur
La década del setenta con sus logros y sus tragedias produjo un proceso de
desintegración social que comenzó a gestarse duran te los años en los que
surgió el movimiento hippie. La búsqueda
de una nueva identidad como ciudadanos de un mundo cada vez más comunicado
llevó a las mujeres que comenzaban su vida adulta en ese entonces a enfrentarse
con el paradigma del modelo forjado en el Siglo XIX que tuvo una pequeña
apertura durante los tiempos de la 2º guerra mundial pero que continuaba
imponiendo la figura de la sociedad dividida entre los “proveedores” (hombres)
y las “reinas del hogar” (mujeres).
La integración masiva de la mujer al estudio medio universitario, así como
el comienzo de su incorporación a tareas de oficios y profesiones
históricamente masculinas modificó la actitud y la aptitud socio – económica de
la mujer.
Las sociedades son generalmente conservadoras en sus costumbres. Aún hoy, transcurridos treinta años de ese
cambio funcional importante dentro de la sociedad, muchas de las que lo hemos
aplaudido y aún ayudado a gestar seguimos educando con los parámetros del
XIX. ¡Nuestras hijas mujeres no son
educadas bajo los mismos conceptos que nuestros hijos varones!
La femineidad es indudablemente una actitud cultural. Tratamos de mostrar la belleza, la pasividad,
lo armonioso desde lo femenino y lo fuerte, lo
dominante, lo
constructivo desde lo masculino. Sin
embargo en la naturaleza y aún en parte de nuestro vocabulario lo femenino es
lo fuerte y dominante: la tierra, la semilla, la generación, la herencia. La definición por
caracterización de las mujeres como meramente femeninas así como la de los
hombres como meramente masculinos establece códigos simplificadores que llevan
a interpretaciones erróneas de las características del género. Estas apreciaciones que son captadas
masivamente por su superioridad traen como consecuencia la exacerbación de los
pensamientos discriminatorios y una simbología de lo femenino y lo masculino
que no se ajusta a lo verdadero pero si a su utilización como arma poderosa en
manos de los discriminadores.
Mabel Burrín ofrece una definición de género que consideramos interesante
rescatar en estas líneas:
“…. género es una red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes,
sentimientos, valores y conductas que diferencias a mujeres y varones. Tal diferenciación es producto de un largo
proceso histórico de construcción social, que no solo genera diferencias entre
los géneros masculino y femenino, sino que, a la vez, esas diferencias implican
desigualdades y jerarquías entre ambos”.
Entre lo femenino y lo masculino debe existir complementación, al igual que
ocurre con la
sexualidad. La mujer
puede acceder a todas las profesiones, a todos los oficios y a toda tarea para
la que se necesite a un ser humano si crea aptitudes para ello. El desarrollo de su mente, así como de su
cuerpo se lo permiten.
Hay en este cambio algunas consideraciones que tener en cuenta. Las mujeres tenemos que aprovechar la ventaja
de aprender de los errores ya cometidos por los hombres cuando asumimos tareas
que antes le pertenecían. Heidegger
definió al hombre como “un ser para la muerte”.
Las mujeres debemos asumir al ser
humano como un ser para la
vida. La vida es el
mayor don que hemos recibido y no podemos despreciarlo. Cuando se troncha una vida se hace
desaparecer un espacio y un tiempo históricos irremplazables. Así como la naturaleza tiene arrebatos que
producen el caos y la muerte, los seres humanos no escapan a este sino pero
tienen una facultad para poder lograrlo, su libre albedrío-.
Hanna Arendt, una filósofa de
nuestro tiempo dijo: “vivan de manera que sus vidas merezcan ser contadas por
lo que dieron a luz”.
La mujer de hoy tiene la posibilidad de expresarse, de instruirse, de
luchar por su libertad y la de sus hijos.
Tiene que descubrir los caminos por los que quiere transitar que no son
necesariamente los que hasta ahora transitó el hombre. Esos, deben ser analizados y corregidos en la
medida de las nuevas necesidades y de los errores cometidos. Tiene que construir sus propios templos que
deberán erigirse integradores, ecuménicos para evitar que nuevamente las
sociedades se dividan por los dogmas y los mitos. Tiene que construirse a si misma como ser ético,
interesado en la salud, en la educación, en el bienestar general, en la
participación social, en el desarrollo de la ciencia y de la técnica para el
mejor aprovechamiento de los bienes perecederos. Tiene que hacer oír su opinión sobre los
temas que hacen a la vida de la familia, a su economía, a su desarrollo y
compartir con el hombre en igualdad de valoración las decisiones. La mujer de hoy tiene que aprender a ser
libre en el sentido ultimo de la libertad, que es el de la justa medida de
todas las cosas.
La Masonería femenina tiene ese desafío.
La historia de la incorporación de la mujer a esta filosofía y a sus
órdenes muestra un camino errático. Las
preguntas que nos formulamos las mujeres siguen siendo las mismas que se hacían
seguramente, en lo privado de su conciencia, nuestras abuelas: ¿quién soy?, ¿dónde y para qué estoy?, ¿hacia
dónde me dirijo?.
Cuando entramos en un Templo nos sentimos como en casa, en paz y
relajadas. Dejamos el mundo de afuera
detrás y nos reunimos con gente con igual mentalidad. Trabajaremos de una forma particular que es
común a todas las presentes. Es probable
que tengamos una reunón social después.
En ella se hablará de los sucesos cotidianos, de familia y
eventuales. La amistad que se hace en la
Masonería es especial, podemos hallarnos en una reunión con otras dos mil
personas y sentarnos junto a una desconocida que luego de las presentaciones ya
no lo es porque tenemos algo en común.
¿Cómo pues tiene que ser nuestro trabajo?.
·
Además, de la enseñanza,
de los principios generales y el simbolismo es necesario apuntar a erradicar
las “culpas” que nos surgen por alejarnos durante esas horas de nuestros
hogares y familias. La necesidad de
construir un tiempo especial para uno mismo que incluye este trabajo de
aprendizaje masónico es imprescindible.
·
Legitimar dentro de la
educación de la mujer masona lo que le es propio en cuanto a iniciativas,
valores, emociones que casi siempre son descalificativos generando en el mundo
profano desconfianza. Ejemplo: “Las mujeres son inestables en sus
conceptos”, “Las mujeres generan enredos”,
A esto debemos contestar que toda generalización es una mentira y que
estos funcionamientos no son privativos de la mujer porque también ocurre entre
los hombres.
·
También se debe legitimar
el uso del “no”. Utilizar las
estrategias más hábiles para negarse a aceptar formulaciones que descalifiquen
a la mujer.
Promover que la mujer se incluya en comisiones de trabajo profano que
apunten a rescatar los principios éticos de la Masonería. Que la presencia de las
mujeres se haga visible. Que escriban a
los medios de comunicación expresando su pensamiento progresista y formulando
propuestas de cambio que fortalezcan nuestra filosofía.
En los países latinoamericanos especialmente, el sector más pobre de la
población es el que comprende a mujeres y niños. Es necesario que nuestras Hermanas tomen
conciencia de ello para que el trabajo solidario sea una de las tareas
importantes dentro de la Orden.
La imposibilidad de utilizar capitales familiares para inversiones sin el
consenso del cónyuge, padre o jefe de familia, cosa que no ocurre con los
varones, aumenta la insolvencia económica de las mujeres y por ello aceptan
trabajos mal remunerados. Las cifras
muestran que la mayoría de las mujeres no aceptan cargos jerárquicos sino que
son empleadas principalmente en rubros como:
enfermería, servicio doméstico, magisterio o secretarías.
Tomemos conciencia del grave lugar que ocupamos pues estamos entrenadas
para ser abusadas. Mientras no tengamos
posibilidades de una cultura alternativa avalamos peligrosas concepciones
erróneas de la cultura hegemónica.
Por cuestiones culturales y por la función que se les asigna a las mujeres
en la división del trabajo por género, se supone que tienen el liderazgo de la
reproducción y los varones el de la producción. Esto ya no es así en el
mundo globalizado en el que vivimos donde la mujer interviene en la producción
a la par del hombre. Sin embargo a nivel
conciencia social este concepto aún no está arraigado. Se debe trabajar para ello.
La debilidad que enfrentamos es que debemos erradicar toda una mitología
sobre el significado de lo que es ser una mujer enquistada en cada una de
nosotras gracias a la educación sexista recibida. Debemos pues, promover un estado de
conciencia sobre el rol de la mujer y su actitud en el mundo.
Para ello contamos con las Herramientas con las que se educa a la Mujer Masona.
El trabajo de la Masonería Femenina
es ayudarnos a fortalecer nuestras alas para volar lo más alto posible y
encontrar el cielo que buscamos.
Ser.·. H.·. Norma Mazur
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